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Mostrando entradas de diciembre, 2016

Los juegos de rol, ese negocio pésimo

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Ya desde chaval me di cuenta de que el rol era un negocio muy malo. Vamos a ver, ¿un juego en el cual me venden un libro y puedo crear infinitas aventuras? Y no hablamos de jugar un millón de veces al Monopoly o al parchís, como una reunión de octogenarias. Me refiero a un juego en el que hoy puedo estar en la Tierra Media, mañana en un planeta desértico donde la magia lo ha arrasado todo y pasado en un una cadena de islas flotantes conectadas por barcos voladores. ¡Toma ya! Incluso para mi mente de niño con escasos conocimientos de mercadotecnia, algo tenía que fallar, o en lo que yo veía, o en la mente del que pensaba ganarse el pan publicando aquello. Peor aún, después descubrí que el juego de rol no era el libro en sí, sino el concepto. Me ahorraré citar a Manquiña, pero en cuanto descubres el concepto del rol, es como el secreto del acero. Puede bajar Gygax y decirte, ¿cómo lo ves, chaval? (Así me imagino yo a Gygax, un hombretón simpático que aparece del Más Allá y te dice