Midnord, la Puerta al Norte (II)

Un viajero que desembarque en Midnord se encontrará en el recinto del puerto, sin duda la zona más bulliciosa de toda la ciudad. Es fácil encontrar alojamiento y resulta más barato que en ninguna parte, así que muchos marineros, mercenarios y soldados se establecen permanentente allí y nunca atraviesan la muralla. Al tratarse de una zona "de paso", la guardia es mucho menos estricta y florecen el contrabando, el juego y todo tipo de actividades ilegales. Algunas calles son realmente peligrosas y el visitante hará bien en ser precavido y tener a mano un arma con la que defenderse.

Tras dejar nuestro nombre anotado en el Libro Rojo del registro, los soldados nos permitirán cruzar la muralla hacia la ciudad propiamente dicha. Al atravesar las enormes puertas de hierro la primera impresión que tendremos es que Midnord es un gran bazar. La calle por la que se accede pertenece al barrio de los mercaderes y en ella siempre siempre hay hileras de puestos esperando a los recién llegados. Los que vengan de latitudes más al sur no encontrarán la animación de esos lugares (el clima no invita) pero sí excelente calidad y una gran selección de todo tipo de productos. Al final divisaremos el Mercado del Príncipe, un edificio de madera construido para que la actividad comercial continúe incluso si el tiempo no acompaña. Todos los días hay subastas de pescado, oleum y cualquier mercancía que haya llegado al puerto.

Saliendo de esta zona descubriremos que Midnord se organiza en círculo en torno al distrito noble y la torre-palacio del Voivoda Negro. En el exterior quedan los barrios destinados a los gremios (mercaderes, artesanos, extractores, etc) y en una pequeña zona intermedia templos y capillas pertenecientes a todo tipo de cultos religiosos.

Uno puede pasar días recorriendo las callejuelas sin terminar de verlo todo. Llaman la atención detalles como que casi no se usa piedra para construir, excepto en los edificios más importantes. El diseño es muy tradicional, en general son casas bajas con grandes tejados de pizarra a dos aguas. No es fácil encontrar un caballo, a no ser que lo monte un extranjero, pero hay representaciones de estos animales en muchos sitios, como tallas en las puertas, remates de vigas, colgantes... . Son pistas que nos remiten al pasado de la ciudad, cuando se trataba de un asentamiento con una cultura y una forma de subsistir muy diferentes.

Respecto a los habitantes, es fácil reconocer a un midnoriano nativo de "sangre pura", aunque son la minoría, primero por su tamaño, ya que levantan una cabeza por encima de la gente normal, y luego por las cuidadas barbas y bigotes que adornan sus caras. Habitualmente visten con gruesos mantos de piel y cuero remachados que pasan de padres a hijos y hacen que hasta el más humilde parezca un señor feudal. Se les considera formidables guerreros, pero curiosamente no hay ninguno sirviendo en el ejército de Midnord y rara vez se les ve en una disputa.

El resto de los pobladores de la ciudad, la mayoría, son descendientes de exploradores, comerciantes y colonos venidos del este y el sur a probar fortuna, lo que ha dado lugar a una gran mezcla de razas. Esto provoca un sentimiento contradictorio de apertura hacia los extranjeros mezclado con recelo. La clase alta de la ciudad pertenece a la primera oleada, establecidos hace muchos años y ya consolidados (y enriquecidos). Desprecian las costumbres "norteñas" y son de los pocos que han mantenido su cultura, tradiciones y forma de vestir.

Es todo por ahora. En el siguiente capítulo hablaremos de la historia del Voivoda Negro y describiremos algunos lugares más.

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