"No es país para viejos", un munchkin va de caza

Aviso para navegantes: Ésta no será una reseña convencional, sino el comentario de una película vista a través de los ojos de un rolero, con muchos spoilers y sin intención de objetividad. Los que todavía tengan curiosidad por verla, que se detengan aquí.

Me ha gustado "No es país para viejos", todo hay que decirlo. Mientras la veía me recordaba a alguno de los títulos más gamberros de sus directores, los hermanos Cohen, como "Arizona Baby", mezclado con la violencia con estilo de "Muerte entre las flores". Lo que me ha extrañado es que todo el mundo la considere una obra maestra (un 8.4 en el IMDB) cuando su mensaje de fondo, si es que lo tiene, queda escondido tras una serie de escenas de acción encadenadas. Eso si, emocionantes y muy bien hechas.

NK me había dicho "es como una partida", y en un primer momento no le creí, más que nada porque los roleros solemos ver historias para partidas en todas partes. Pero cuando el personaje de Bardem hizo su aparición, no me quedó duda. Mi primer pensamiento fue "ahora todos los jugadores me van a pedir llevar una botella de aire comprimido". Los munchkins de mi antiguo club de rol habrían disfrutado con Anton Chigurh, el perfecto asesino, capaz de inventar un método para matar sin dejar rastro, ponerle un silenciador a una escopeta o extraerse a sí mismo una bala en una bañera de un motel. El tío gastó todos los puntos en Frialdad, es evidente. A los que se han apresurado a ponerle la etiqueta "tan terrorífico como Hannibal Lecter" les diría que tienen tantas similitudes como un huevo y una castaña. Si Chigurh tiene algún pariente cercano no es un psicópata caníbal, sino un terminator T-800.

En el lado contrario, el protagonista Llewelyn Moss debería aprender a pensar dos veces sus acciones. El eslogan de la película es "No hay huída perfecta", pero lo que hace este tipo dista mucho de la perfección... casi es una invitación a que se lo carguen de la manera más expeditiva posible. Encontrar una maleta llena de dinero en medio del desierto es tentador, pero cuando sabes con seguridad que ese dinero pertenece a narcotraficantes - hombre, que el suelo está lleno de cadáveres - y lo van a echar en falta, llevárselo es hacer una invitación a que la banda de mercenarios de turno intente arrancarte la piel a tiras. No sólo se esconde mal él mismo, sino que esconde mal a su esposa, el dinero... que llegue tan lejos es un milagro.

"No es país para viejos" es la crónica de una persecución entre varios PJs que intenta demostrar que son más listos, más rápidos o más duros que los demás y que han pasado toda su infancia en el campamento de los boy scouts o viendo capítulos de McGyver. La entrada de Llewelyn en la tienda de artículos de deporte y su obsesión con los tubos de tienda de campaña hizo que me doblase de la risa y me recordó una escena de una aventura de "La Llamada de Cthulhu", con uno de los jugadores diciendo en una armería: "...deme una escopeta de dos cañones y una sierra para metales...".

Una cosa que se descubre con rapidez es que lo que flojea del argumento se suple con acción: los tiroteos son tremendos y no sobrevive ni el apuntador. Parece que la norma es que si apareces mucho en pantalla, mueres. Sólo el sheriff Tom Bell, interpretado por un pétreo Tommy Lee Jones, se salva de la carnicería, quizá porque su participación en la trama es bastante limitada. Él es el "hombre viejo" del título, que se encuentra desubicado con tanta violencia alrededor... y eso que la película está ambientada en los años 80. Uno esperaría que Bell ayudase a concluir la historia de alguna manera, por ejemplo adaptándose al mundo cambiante que le ha tocado vivir y vengando a Moss, o al menos intentándolo, pero no ocurre así. Esa es, para mí, una de las grandes decepciones de esta película.

Como decía al comenzar, "No es país para viejos" me ha gustado, pero creo que por los motivos equivocados, o al menos no por los que los Cohen pretendían. Su realización técnica es impecable pero queda bastante lejos del refinamiento y la reflexión sobre la propia personalidad de "Muerte entre las flores". Es más gamberra y más salvaje, con mucho para ver pero que no llega al espectador cuando intenta decirnos algo. Ah si, que hay tipos muy malos ahí fuera y si se nos acercan con una botella de aire comprimido, corramos.

Comentarios

  1. Y si es un gringo, patéale las nueces y corre todavía más lejos

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